20 julio 2010

En busca del agua

En las mañanas de los días más calurosos del año, cuando el aire aún conserva el frescor de la noche, un coro de ásperas llamadas que se pierden en el cielo, sobre los eriales, nos avisa de que las gangas van a beber. Las gangas, tan propias de las estepas y desiertos del Viejo Mundo, prosperan en el páramo del Campo de Montiel, donde habitan las dos especies presentes en Europa: la ganga ortega (Pterocles orientalis) y la ganga ibérica (Pterocles alchata), que aquí se muestra en vuelo, con su silueta como de paloma de alas y cola afiladas, y el hermoso plumaje del macho, delante, contrastando con la librea más discreta de la hembra, que lo sigue. ¿Cómo logran estos pájaros no sólo sobrevivir al calor aplastante del verano manchego, sino incluso sacar adelante en plena canícula a sus pollos? Hay tres hechos que nos ayudan a comprenderlo.

En primer lugar, las gangas ibéricas soportan mejor las altas temperaturas porque su cuerpo, al funcionar, genera poco calor para ser un pájaro de unos 300 g, lo cual se debe a que necesitan relativamente poca energía - en concreto, la ganga gasta como un tercio menos de calorías respecto a lo que sería de esperar por su peso. Si consultáis el enlace anterior y hacéis algunos números, es curioso pensar que un animal tan soberbio como este vertebrado necesite para sobrevivir apenas 1,2 vatios, mucho menos que una bombilla de bajo consumo - que también se calienta menos que una bombilla normal.

Además de calentarse poco, las gangas beben asiduamente. Con el fresco de la mañana, las hembras alzan el vuelo y se dirigen hacia los bebederos; muchas van a la cola del Embalse de Vallehermoso, a unos 12 km de distancia a vuelo de pájaro. Por el camino lanzan al aire su reclamo, que es como un "cáa, cáa" más propio de una gaviota que de un ave tan parecida a una paloma. Atraídas por los reclamos de sus compañeras, las gangas se van reuniendo y terminan formando bandos numerosos, para descender finalmente al bebedero, tras asegurarse de que no hay peligro. En pocos segundos beben hasta un 15% de su peso y se marchan silenciosas; a su regreso llega el turno de los machos. Si la pareja de gangas tiene ya pollos nacidos, el macho, antes de emprender el vuelo, restriega contra la tierra las plumas de la pechuga, desordenándolas en todas direcciones y preparándose así para jugar la tercera y más extraordinaria baza de las gangas contra el calor.

Al llegar al bebedero, el padre ganga remojará bien las plumas del pecho, empapándolas de agua a conciencia, cosa que se ve facilitada porque esas plumas son muy absorbentes, por su peculiar estructura. Cuando el macho vuelva con sus pollos, éstos rápidamente acudirán a pasarle el pico por las plumas cargadas de agua, sorbiendo así una pequeña pero valiosísima cantidad de líquido que les ayudará a sobrellevar las largas horas bajo un sol que pone el aire a casi 40º un día tras otro, y que calienta el suelo hasta los 60º C. Si tuviéramos que aguantar esas condiciones en campo abierto pronto nos abatiría la insolación, y al final sucumbiríamos deshidratados, en el mismo tórrido erial en que las gangas prefieren vivir.

Marchant (1962) comprobó cómo beben así los pollos de ganga ibérica, y Ferguson-Lees (1969) da más información sobre horarios y costumbres en los bebederos.

8 comentarios:

Pilar dijo...

No me resisto a pararme, aunque sea para decir que sigo tus historias de naturaleza, escritas desde la mirada mágica de un apasionado¡¡¡
que bellísima la imagen del papá dando de beber con sus plumas a sus sedientos polluelos...
saludos

El Naturalista dijo...

Gracias Pilar, aunque cuesta muy poco entusiasmarse cuando se descubren cosas como, por ejemplo, la de esta entrada. ¡Saludos naturalistas!

ANZAGA dijo...

Sorprendentes aves las gangas y las ortegas. Siempre van rapidísimas en sus vuelos. Muchas veces delatan su presencia con su canto aunque uno no sepa muy bien por donde van a venir...

No son raras en nuestra provincia y se las puede oir por cualquier lugar.

Genial entrada. Abrazos.

El Naturalista dijo...

Es verdad, Anzaga, cuántas veces no las habré oído sin acertar a localizarlas en el cielo. Y en cuanto a velocidad, yo las compararía solamente con las torcaces, que son sorprendentemente veloces también. Es una suerte que en La Mancha podamos contar con estas joyas ornitológicas, que no abundan por toda España. Saludos, naturalista.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Da la sensación de que la eficiencia energética tiene mucho que ver con la adaptación de las gangas a las altas temperaturas. Un moderado consumo de energía en ambientes en que la energía calorífica se dispara por la acción solar.¿Podríamos hablar de una especial termorregulación en las gangas, más allá de lo usual en aves?
Sea como sea, saludos, Naturalista.

Jesús Dorda dijo...

La belleza y la eficiencia biológica ven de la mano en esta especie.
Una magnífica exposición Naturalista.

El Naturalista dijo...

Interesante, Fcº Javier, creo que por ahí van los tiros, aunque, si lo he entendido bien, parece ser que la especial termorregulación no va más allá de lo usual en aves, sino "menos allá", ya que producen menos calor que un ave de su talla, esto es, resultan menos endotérmicas. Vamos, que la ganga se nos ha vuelto un poco "reptiliana" en verano, en una suerte de extraña convergencia evolutiva con los pequeños saurios de nuestro matorral. Saludos, naturalista.

El Naturalista dijo...

Pues sí, Jesús, estas gangas son de lo más llamativo entre las aves esteparias peninsulares. Resulta increíble cómo pueden, a la vez, ser tan llamativas vistas en pie, de cerca, y desaparecer entre el claroscuro del suelo en cuanto se agazapan. Recuerdo una ganga incubando sus huevos apenas a tres pasos, hace mucho tiempo ya, y era casi imposible distinguirla sin usar los prismáticos. Un saludo.