24 junio 2013

El grillo manchego

A lo largo de las páginas de este cuaderno de campo hemos descubierto que muchos habitantes de nuestro ecosistema son endemismos, especies exclusivas de la región mediterránea o de la Península Ibérica. ¿Cuál de ellos es el más único, el más raro a escala mundial, es decir, cuál de las más de 1.000 especies que pueblan estas 25 hectáreas de monte tiene un área de distribución más diminuta? Lo desconozco, porque ignoro la distribución de muchos pequeños invertebrados a los que sólo he podido identificar al nivel de familia o género. De las especies cuyo nombre sí he podido averiguar con certeza, la más exclusiva de la zona parece ser un insecto prácticamente desconocido, una chicharra alicorta semejante a un grillo grande y orondo. Este insecto fue bautizado como Pycnogaster graellsii por Bolívar en 1873, tras descubrirlo cerca de Manzanares, localidad próxima a nuestro monte. Desde entonces, la especie sólo ha sido encontrada en un puñado de localidades, la mayoría de ellas dentro de La Mancha y algunas en torno a esta meseta semiárida. Por eso a menudo llamo a este insecto “el grillo manchego”.
 
Cuando la hierba se agosta y las primeras cigarras del año resuenan bajo el calor de los días cercanos al solsticio de verano, cuando declina la primavera dando paso a la sequía estival, sólo entonces, durante una o dos semanas, cantan estos robustos grillos. Estridulan, frotan sus alas diminutas, lanzan al aire un chirrido suave, agudo y sostenido. A los machos les gusta cantar subidos a una aliaga, o a un tallo de mies a punto de ser segado, o entre el frescor de unas hojas de viña. Las hembras se distinguen claramente porque llevan al final del abdomen una imponente “espada”, su ovipositor. La primera “grilla manchega” que encontré estaba en una aliaga sujetando con las patas una masa gelatinosa y blanquecina. Era el regalo que le había dado algún macho: un espermatóforo, una bola blanda que contiene espermatozoides y que la hembra terminaría comiéndose, según las costumbres reproductoras en este grupo de insectos. Ignoramos cuál es la dieta habitual de estos Pycnogaster, pero se sabe que comen brotes vegetales y que pueden incluso devorarse unos a otros en cautividad. Quizás en la naturaleza actúan como depredadores de otras chicharras, grillos y saltamontes; esto es común en los grillos de matorral.
Resulta más o menos fácil acercarse a un grillo manchego mientras canta… hasta unos cuantos metros. Si queremos aproximarnos más, al menor ruido que hagamos dejará de cantar. Entonces tendremos que esperar unos minutos hasta que reanude su canción, y así, con paciencia y sigilo, lograremos tal vez acercarnos hasta que pensemos tenerlo a un paso. Entonces comprobaremos de primera mano la eficacia de su camuflaje, pues su librea verdosa, abigarrada de pardo y de oscuro, lo hace virtualmente invisible entre la vegetación. Si finalmente conseguimos verlo, la forma del escudo que hay tras su cabeza (pronoto), con lóbulos laterales redondeados y sin escotaduras (ver fotografía), nos revelará que pertenece a la especie Pycnogaster graellsii. Este y otros rasgos lo diferencian de las demás especies de Pycnogaster de la fauna ibérica, dentro de la cual nuestro grillo manchego es sólo un ejemplo más de los numerosísimos endemismos de chicharras alicortas, muchas de ellas del género Ephippiger, Steropleurus, Uromenus… Da la sensación de que este tipo de insecto, estos grandes grillos incapaces de volar, fuesen especialmente propensos a originar endemismos. Esta sospecha está plenamente justificada por lo que sabemos acerca del origen de las especies (especiación). Normalmente, el ingrediente clave en la especiación es el aislamiento geográfico: unos cuantos individuos de una especie se quedan aislados en una isla, o tras una cordillera, o en una península, y de este modo quedan apartados del resto de su especie, por lo que evolucionarán independientemente hasta que lleguen a diferenciarse tanto que pasen a ser una nueva especie. Las chicharras alicortas deben de quedarse aisladas geográficamente con mucha facilidad, pues se trata de insectos pesados, lentos y no voladores, y por tanto incapaces de viajar grandes distancias. Esto las convierte en un linaje perfecto para originar especies endémicas, incluso endemismos tan localizados como nuestro grillo manchego.
Basado en la información sobre la especie proporcionada en los enlaces que figuran en el texto y en Bolívar (1876) Sinopsis de los Ortópteros de España y Portugal. Madrid, Imprenta de T. Fortanet.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Jesús Dorda

Son muy curiosos estos ortópteros. Estoy muy acostumbrado a ver las chicharras de montaña (Steropleurus) pero aún tengo que "hacer ojos" para ser capaz de encontrar estos endemismos manchegos. Incluso donde sé que hay Steropleurus en abundancia, no soy capaz de encontrar a las jóvenes ninfas.

El Naturalista dijo...

Los grandes ortópteros son para mí protagonistas fundamentales de la fauna mediterránea durante la primera parte del verano. Eso sí, hay que "hacer ojos", como dices; de hecho este Pycnogaster se me pasó durante años simplemente por no cruzar exactamente por el paraje que habita en el ecosistema durante las escasas dos semanas en las que canta. Sobre el que sea un endemismo manchego, bueno, tengo mis dudas, lo que constato es que su área de distribución cubre gran parte de lo que llamamos La Mancha, en general, pero quizá esté más distribuido de lo que creemos. Por el momento, le seguiré llamando "grillo manchego". Saludos naturalistas y disculpa por borrar tu comentario, fue un error que he intentado subsanar poniéndolo de nuevo como anónimo.

Jesús Dorda dijo...

No hay problema, a mi me ha pasado más de una vez, que borro el comentario el blogger en lugar de hacerlo en la carpeta del correo electrónico.
Saludos

Lansky dijo...

Y aunque sea sacar los pies del tiesto de esta entrada/post, ¿qué pasa con las chicharras? Hablo de esos hemípteros (Cicadidae)tan ruidosos que compiten en follón con estos ortópteros tuyos.

Un saludo y enhorabuena: es un blog espléndido

El Naturalista dijo...

Bienvenido a este monte, Lansky; yo suelo llamar chicharras a los grillos de matorral como este manchego, pero sobre las cigarras folloneras tengo esta entrada:

http://naturalista12.blogspot.com.es/2010/06/la-verdadera-historia-de-la-cigarra-y.html

Que la disfrutes, y saludos naturalistas.

Isidro castaño dijo...

Hola Julián, hace poco compré tu libro y me lo leí, me encantó, tengo frito a mis amigos y compañeros con las cosas que veo en campo, las fotografío y les enseñó el fragmento de ti libro que se refiere a ellas.
En la bibliografía haces referencia a un libro que​ se llama recuerdos entomológicos en su traducción del francés. Sabes cómo podría conseguirlo?
Muchísimas gracias